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Una nueva forma de crítica práctica: Michael Denning sobre Raymond Williams

Michael Denning desgrana lo aprendido tras cuarenta años estudiando la obra de Williams. Entrevista Phil O'Brien, de la Raymond Williams Society.

Philip O'Brien21 junio 2023

Una nueva forma de crítica práctica: Michael Denning sobre Raymond Williams

¿Podemos empezar hablando de su primer encuentro con la obra de Raymond Williams? ¿Cómo influyeron el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos (CCCS) y Stuart Hall en su pensamiento? ¿Conoció a Williams durante sus estudios en Birmingham?

Mi primer encuentro con la obra de Williams se produjo cuando, a mediados de los años setenta, estaba escribiendo una tesis sobre los libros proféticos de William Blake. Era un esfuerzo por desarrollar lo que entonces se habría considerado "crítica literaria marxista". Estaba leyendo Cultura y sociedad (que compré usado, por 1,15 dólares, en New Hampshire, hacia 1975) junto con el clásico de David Erdman Blakem Prophet Against Empire, y The Making of the English Working Class, de E.P. Thompson. Marxismo y literatura (1977), de Williams, pronto se unió a Marxismo y forma (1971), de Fredric Jameson, y a Crítica e ideología (1976), de Terry Eagleton –con su crítica a Williams– como libros clave para mí cuando empezaba a considerar la posibilidad de realizar estudios de posgrado. Pero supongo que Williams cobró vida para mí en dos contextos. La obra de Williams estuvo en el centro de los argumentos y debates de un instituto de verano de 1977 del Grupo Literario Marxista, donde conocí a Fred Jameson y Terry Eagleton. Esa experiencia me llevó al Centro de Birmingham en otoño de 1978 (en medio de lo que Stuart Hall llamó "el gran espectáculo de la derecha en movimiento", un ensayo que apareció en enero de 1978). Allí, nosotros –los nuevos miembros del Centro– aprendimos las trayectorias de los estudios culturales de Stuart Hall. Williams fue fundamental en esa historia (yo era el miembro más junior –y más ignorante– del colectivo editorial que discutía los borradores de "Cultural Studies and the Centre" de Stuart, que se convirtió en la introducción de la colección del Centro de 1980, Culture, Media, Language). También devoré Politics and Letters (1979), en el que Williams entrevistaba a varios editores de New Left Review sobre su vida, política y obra; eso me llevó a profundizar en otros aspectos de la obra de Williams. Muy a mi pesar, nunca llegué a conocerle, pero sí le oí hablar de aquella época en un notable acto celebrado en el ICA de Londres: John Berger acababa de publicar Pig Earth (así que debió de ser hacia 1979 o 1980), y Williams, junto con Berger y Eric Hobsbawm formaban parte de un panel sobre agricultura y campesinos. Tengo un vago recuerdo de Williams hablando sobre el trabajo agrícola y, en particular, sobre el parto de los corderos.


¿Qué lugar ocupa Williams en la formación y configuración de los Estudios Americanos en Estados Unidos?

Cuando conocí la historia de los American Studies y sus orígenes en la escuela del "mito y el símbolo" en las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, rara vez se mencionaba a Williams. Los American Studies tenían mucho que ver con la distinción de las peculiaridades de los estadounidenses de la época, aunque a menudo criticaban las nociones de "americanismo" y la "american way of life". Más tarde, descubrí que varias de las primeras figuras de los American Studies –como Leo Marx– conocían a Williams (y a Hoggart), pero en general, en la década de 1950, los American Studies y los estudios culturales británicos parecen respuestas paralelas al mundo de las comunicaciones de masas y el "consumismo" de posguerra y al surgimiento de una nueva izquierda.


¿Qué relevancia sigue teniendo hoy en día para su trabajo?

La obra de Williams ha sido una presencia constante para mí desde los años setenta, y suelo presentar sus ensayos a los estudiantes que trabajan en estudios culturales y estudios estadounidenses. Creo que hay cuatro aspectos de su método que sobresalen y pueden verse en mi trabajo.

En primer lugar, el método de Keywords, un libro al que vuelvo con regularidad, que demuestra que el punto de partida de los estudios culturales puede ser el propio vocabulario, las palabras que uno hereda y utiliza, a menudo sin pensar en ellas. No se trata, como quieren algunos, de definir claramente los términos propios e insistir en esas definiciones, sino de entender cualquier palabra importante como una historia de definiciones, una lucha por los significados y las connotaciones. La palabra clave como método se ha convertido en un elemento central del Grupo de Trabajo sobre Globalización y Cultura, que coordino, y que tomó como modelo los "subgrupos" del Centro de Birmingham. (Para más información sobre el Grupo de Trabajo y sus métodos, véase una reciente entrevista colectiva en Revue française d'études américaines 2017/2).

En tercer lugar, y de forma más explícita, la segunda mitad de The Cultural Front se basa, metodológicamente, en el modelo final e inacabado de Williams sobre cómo hacer estudios culturales: su noción, esbozada en las conferencias de 1986 recogidas en The Politics of Modernism, de que "el elemento más central y práctico en el análisis cultural es lo que también marca la teoría cultural más significativa: la exploración y especificación de formaciones culturales distinguibles... el descubrimiento constante de formaciones genuinas que son simultáneamente formas artísticas y localizaciones sociales". Williams, en mi opinión, siempre estaba pensando en idear una nueva forma de "crítica práctica" –"el elemento práctico en el análisis cultural"-- que fuera más allá tanto de la idea de "lectura atenta" (ya fuera como ejercicio de gusto cultivado o como técnica de disección retórica) como de la sociología estándar de las instituciones culturales. Sus últimas reflexiones sobre la exploración, e incluso el descubrimiento, de las "formaciones" como encrucijada de la historia y la teoría culturales se convirtieron en un método estructurador de El frente cultural, y siguen siendo fundamentales para los estudios culturales.

Por último, suelo empezar todos los seminarios que imparto con la gran reflexión de Williams al principio de su ensayo sobre "El escritor: Compromiso y alineación" (que, junto con "Eres marxista, ¿verdad?", son sus reflexiones clave sobre la política del trabajo intelectual; ambas están recogidas en Recursos de esperanza):

Algunas personas, cuando ven una idea, piensan que lo primero que hay que hacer es discutir sobre ella. Pero aunque esto les hace pasar el tiempo y tiene la ventaja de mantenerlos calientes, tiene poco más que recomendarles. Si hay algo que deberíamos haber aprendido de la tradición marxista es que las ideas son siempre representaciones de cosas que la gente está haciendo realmente o se siente impedida de hacer. De modo que la primera forma de considerar la idea de compromiso [o, insértese cualquier otra idea] no es como una noción general sobre la que podamos argumentar de inmediato, citando este o aquel caso histórico, sino más bien ver por qué se desarrolló la noción de compromiso [o cualquier otra noción] y contra qué ideas alternativas se dirigía (Recursos de esperanza, p. 77).

Es un recordatorio de que la enseñanza y el aprendizaje en un seminario no es, en primera instancia, simplemente un argumento, una toma de posiciones en una especie de debate o juego, sino que es una investigación colectiva y colaborativa, incluso un descubrimiento, de lo que significan y han significado las nociones que mantenemos, e incluso por qué las mantenemos.


Reimpreso del blog de la Raymond Williams Society.