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Recordando a Jane McAlevey (1964-2024)

La pionera organizadora sindical e internacionalista deja tras ella un poderoso legado

Ethan Earle 9 julio 2024

Recordando a Jane McAlevey (1964-2024)

Jane McAlevey falleció el 7 de julio de 2024 a la edad de 59 años tras una larga batalla contra el mieloma múltiple. Jane nos deja toda una vida de trabajo para estudiar, comprender y, lo que es más importante, poner en práctica en nuestra propia organización en las luchas venideras.

Seguramente en los próximos meses se publicarán numerosos homenajes a su extraordinaria trayectoria: cuatro libros publicados en la última década, junto con toda una vida dedicada a la formación de organizadores e inmuerables victorias con campaña bien documentadas. No intentaré hacer justicia a la totalidad de la asombrosa vida de Jane, sino que me centraré en cómo la conocí: como un humanista de gran corazón y faro del movimiento obrero internacional.

El padre de Jane, John McAlevey, fue piloto de combate en la Segunda Guerra Mundial y más tarde se convirtió en un importante político progresista del estado de Nueva York. Su madre murió cuando ella era pequeña, y a menudo acompañaba a su padre como “accesorio de campaña”, como diría más tarde, sólo medio en broma. De su padre desarrolló un odio de por vida hacia el fascismo y aprendió lo que se necesita para luchar y ganar en las trincheras de la lucha política. De su madre aprendió que la vida es efímera y que no hay que desperdiciarla ni un segundo.

Jane empezó a trabajar joven, como organizadora estudiantil abiertamente crítica sobre la política exterior estadounidense. Como presidenta de la Asociación de Estudiantes de la Universidad Estatal de Nueva York, dirigió una campaña que desembocó en un acto histórico de desinversión en la Sudáfrica del apartheid. Después de la universidad, viajó a Nicaragua para apoyar la revolución liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Allí aprendió otra lección clave de un sandinista, que le dijo que si estaba realmente comprometida con el desmantelamiento del imperialismo estadounidense, debía volver a luchar desde las entrañas de la bestia. Siempre atenta, Jane hizo exactamente eso.

De vuelta en Estados Unidos, Jane pasó varios años en el movimiento ecologista, seguidos de una estancia en el Highlander Research and Education Center, famoso por formar a una generación de líderes de los derechos civiles, entre ellos Martin Luther King, Jr. y Rosa Parks. Jane hablaría más tarde de cómo las representaciones populares de Parks daban a entender que apareció de la nada en aquel autobús de Montgomery, cuando en realidad fue la apoteosis de años de formación y disciplinada construcción del movimiento.

Mientras estudiaba en Highlander, Jane tuvo una epifanía que la acompañaría hasta el final: ninguna de las luchas más importantes de nuestro tiempo –desde la liberación de la mujer hasta la igualdad racial, desde la justicia climática hasta el fin de la guerra– podría ganarse sin contar con la mayoría de los trabajadores. Siguió esta conclusión hasta su único punto de partida lógico, el movimiento obrero, empezando por la La Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales, y pasando posteriormente al Sindicato Internacional de Empleados de Servicios. En las dos décadas siguientes colaboró con más sindicatos y campañas de los que cabría enumerar en un artículo, y permaneció en el movimiento obrero el resto de su vida.

Lucha por los derechos de los trabajadores

De Nevada a Filadelfia, de Los Ángeles a Berlín, Jane desempeñó un papel fundamental a la hora de ganar numerosas campañas sindicales que contaron con una gran participación y aportaron logros materiales a muchos cientos de miles de trabajadores. Aunque sus compañeros de viaje son los que deberían escribir las elegías de esas batallas, me limitaré a decir que se enfrentó a grandes adversidades, a duros oponentes y a desagradables campañas antisindicales con valentía, convicción y, lo que es más memorable, con una planificación meticulosa.

Jane estaba profundamente convencida de que los trabajadores nunca debían verse abocados a la lucha si no estaban adecuadamente preparados y no tenían posibilidades de ganar. Eso no significaba que tuviera miedo a la derrota –como cualquier organizador serio, a veces perdía, tanto en las campañas como en las duras disputas internas que marcan el panorama sindical–, pero nunca arrojaba a los trabajadores a los lobos y nunca caía fácilmente.

La teoría central de Jane sobre la organización sindical, tal como se desarrolló a través de sus experiencias en las campañas, era que los sindicatos estadounidenses se habían alejado del tipo de organización desarrollado en la primera mitad del siglo XX en favor de lo que ella denominaba "organización superficial". Este enfoque se conoce más comúnmente como movilización: esencialmente, conseguir que la gente acuda a grandes manifestaciones sin ningún plan sobre qué hacer más allá de la manifestación.

Jane argumenta que esta tendencia debe invertirse, por el bien de los trabajadores y del planeta que compartimos, y que lo que ella denomina "organización profunda de todos los trabajadores" es clave para construir campañas disciplinadas dirigidas por la mayoría, capaces de amenazar y ejecutar de forma creíble acciones escaladas –hasta huelgas incluidas- para conseguir reivindicaciones. Este argumento, así como un esbozo exhaustivo de los métodos que conlleva esta organización profunda, se expuso en una serie de libros que empezó a escribir con su característica energía frenética después de que la convencieran, a la edad de 45 años, de que volviera a la escuela de posgrado en la City University de Nueva York bajo la tutela de la renombrada socióloga Frances Fox Piven.

El primer libro de Jane, Raising Expectations (and Raising Hell), esbozaba los principios básicos de su teoría del cambio a medida que se desarrollaban a lo largo de su primera década de organización en el movimiento obrero. Fue nombrado el "libro más valioso de 2012" por la revista The Nation, donde posteriormente fue corresponsal de huelgas. Su libro de 2016, No Shortcuts: Organizing for Power in the New Gilded Age (próxima publicación en Verso Libros), se basó en su tesis doctoral y ofrece su análisis teórico más exhaustivo, argumentando que el cambio social duradero solo puede producirse cuando la organización se construye en torno a los trabajadores y la gente corriente. Se ha convertido en una especie de biblia del movimiento sindical, utilizada como base de grupos de estudio por incontables miles de sindicalistas. Su tercer libro, publicado en 2020, A Collective Bargain: Unions, Organizing and the Fight for Democracy, amplió su enfoque, centrándose en los vínculos entre el ataque al lugar de trabajo y la democracia civil, y cómo se pueden superar las tácticas de la derecha. Su libro más reciente, Rules to Win By (coescrito con Abby Lawlor), se terminó de escribir cuando ya conocía su pronóstico. En esta obra final, ella y Abby esbozan cómo democratizar las negociaciones sindicales y construir el poder de los trabajadores practicando negociaciones transparentes, grandes y abiertas.

A lo largo de este conjunto de trabajos, observamos un vaivén rítmico entre el análisis de campañas a nivel micro y las implicaciones a nivel macro de cómo nuestros oponentes entienden y ejercen el poder, y qué hará falta para derrotarlos.En cada paso del camino, esta interacción está guiada por las voces, acciones y experiencias concretas de los trabajadores.

Organizarse para el poder

Conocí a Jane en 2019, como parte de un intento experimental de llevar a cabo una formación en línea basada en los métodos que ella había perfeccionado durante sus décadas de organización. Yo trabajaba para la Fundación Rosa Luxemburgo, y un número creciente de organizadores alemanes solicitaban su apoyo. Al mismo tiempo, en la comunidad progresista internacional observábamos un repunte de la demanda de métodos de organización de eficacia probada que no se limitasen a reunir a grandes multitudes, sino que realmente construyesen campañas capaces de ganar.

Jane era escéptica. Como cualquier buen organizador, valoraba mucho las reuniones cara a cara, pero la demanda era demasiado real para negarla. Dos mil personas asistieron a esa formación piloto inicial, y el programa de seis semanas, llamado apropiadamente "Organizing for Power" u O4P, ha formado desde entonces a más de 40.000 personas de más de 1.800 organizaciones en 115 países y 19 idiomas. Los participantes asisten a un seminario web de tipo plenario, en el que un formador experto (a menudo Jane, pero cada vez más otros organizadores de todo el mundo) imparte una lección sobre una habilidad organizativa básica: identificación de líderes, semántica, conversaciones uno a uno, trabajo con listas, elaboración de gráficos del lugar de trabajo y pruebas de construcción de estructuras.

Al principio, invitamos a personas individuales a participar por su cuenta, pero Jane, siempre partidaria de elevar las expectativas al tiempo que se “levanta el infierno”, exigió que fuera una formación verdaderamente organizativa, con un umbral inicial de cuatro personas por grupo, que más tarde se elevó a diez. A algunos miembros de nuestro equipo, entre ellos yo, les preocupaba que esto redujera la asistencia, pero Jane argumentó justo lo contrario: un nivel más alto de participantes impulsaría el compromiso y fomentaría un espíritu de solidaridad para luchar contra el desgaste que suele acompañar a este tipo de formaciones más largas.

Ganó la discusión y al final se demostró que tenía razón. Aumentar las expectativas, si se hace bien, puede dar mejores resultados. Ahora, se espera que los grupos de organización realicen un trabajo preparatorio exhaustivo, se reúnan para realizar “tareas de campaña” (o deberes para casa) durante todo el curso y se separen durante las sesiones para realizar un trabajo en grupos pequeños en el que practiquen las lecciones que se imparten. Nuestro programa más reciente, "Fundamentos básicos", celebrado en mayo-junio de 2024 y que contó con Jane en su sesión inaugural, acogió a 7.500 personas de 480 organizaciones. Mientras tanto, los “graduados” de O4P han conseguido importantes victorias organizativas desde Tanzania hasta Perú, desde Indonesia hasta Escocia.

Construir sobre el legado de Jane

Durante estos últimos años, he trabajado con Jane semanalmente y a veces a diario. Su ritmo de trabajo ha sido algo digno de contemplar. Estoy en Francia, seis o nueve horas por delante de los dos lugares a los que Jane llamaba hogar, Nueva York y la Bahía de San Francisco, y solíamos bromear diciendo que eso nos convertía en compañeros de trabajo perfectos, ya que yo podía ocupar su hueco en las reuniones de las 6:00, la hora que pocos estaban dispuestos a aceptar.

El contrapeso a este enorme impulso fue siempre la enorme humanidad de Jane. Cuando un participante en una de nuestras formaciones fue detenido en un país con una legislación laboral especialmente opresiva, nadie luchó más que Jane por su liberación. Cuando mi hijo cumplió un año, Jane fue la primera persona que nos envió felicitaciones de cumpleaños –desde el hospital, además, donde estaba siendo sometida a un procedimiento médico relacionado con su enfermedad.. junto con una petición de fotos para animar su espíritu. Se preocupaba profundamente por todas las personas de su vida, por todas las personas cuyas vidas había tocado y por los trabajadores del mundo a los que nunca había conocido.

Algunos lo denominarían la marca que caracteriza a todo un buen organizador y, por supuesto, ella también lo era. Pero incluso cuando las cámaras estaban apagadas, cuando no había terreno que ganar, Jane estaba allí escuchando, tomando notas y formulando preguntas atentas y penetrantes que iluminaban a sus homólogos en el camino a seguir.

Trabajó casi tan duro como siempre durante sus últimos meses, bajando el ritmo sólo para sus tratamientos necesarios y los largos paseos en bicicleta a lo largo del río Hudson que mantenían su ánimo tan alto como su condición física. Durante este periodo, todas las Janes aparecieron: ayudó a dirigir una campaña relámpago en Connecticut, publicó artículos sobre estrategia laboral contemporánea, dirigió una formación de varios días para el sindicato irlandés Fórsa y trabajó para crear un equipo de organizadores-formadores que ocuparan su lugar en Organizing for Power cuando ella ya no estuviera.

Sabía que iba a morir, lo sabía desde hacía meses, y corrió contrarreloj para completar todo el trabajo que pudiera con vistas a un futuro organizado que sabía que no vería. Ese es, en última instancia, el legado de Jane, un regalo para todos nosotros. El trabajo en sí, pero también su compromiso con ese trabajo, y la creencia de que podemos ganar, pero sólo a través de la disciplina y la lucha reales.

Su historial era formidable, tanto para sus oponentes como para los jóvenes organizadores que querían seguir sus pasos. Tanto para sus amigos como para sus enemigos, Jane tenía un aura mágica. Sin embargo, siempre trató de disipar esa percepción. Todo lo que hacía era fruto del trabajo duro y la práctica, y todo ello puede ser reproducido por quienes estén dispuestos a dedicarle el tiempo que ella le dedicó.

Por tanto, lee sus libros y sigue sus cursos, pero no para endiosarla: nada más lejos de su misión. Hazlos para que puedas poner en práctica los mismos métodos que Jane McAlevey pasó toda una vida practicando, modelando e inculcando a los demás. Y luego, como ella solía decir al final de una sesión: ¡Adelante y a ganar!

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Este artículo fue originalmente publicado por la Fundación Rosa Luxemburg el 7 de julio de 2024 

Imagen: NewYorker