Pensar Controlar y proteger desde los márgenes
A raíz de una mesa redonda sobre Controlar y proteger, de Paolo Gerbaudo, Gabriel Hetland escribe sobre populismo, soberanía y lo que las izquierdas de Europa y EE.UU. pueden aprender de sus camaradas latinoamericanos.
¿Cómo puede navegar la izquierda por esa política alterada que ha provocado un mundo post-populista y pandémico en el que las viejas certezas que han estructurado la vida política durante décadas se han hecho añicos? Este es el tema central del nuevo libro de Paolo Gerbaudo, Controlar y proteger. El punto de partida de su argumento es que la crisis del Coronavirus ha derrumbado los pilares que daban forma al consenso neoliberal (que el mercado lo puede resolver todo y que el mejor Estado es el Estado más pequeño). Tras el fracaso manifiesto de las empresas privadas a la hora de proporcionar bienes básicos como mascarillas, guantes y test para realizar pruebas, ¿quién puede afirmar que los mercados libres son omnipotentes? Del mismo modo, con los Estados de todo el mundo gastando a niveles sin precedentes, parece que el "fin del gobierno tal y como lo conocemos", como diría Bill Clinton, ha llegado a su fin (al menos temporalmente).
La pregunta es: ¿qué viene después?
Recurriendo a un impresionante abanico de voces ―Hegel, Hobbes, Schmitt, Gramsci, Polanyi, etc― Gerbaudo examina el panorama político contemporáneo y propone un camino para la izquierda. El autor señala que el vacío dejado la descomposición de la hegemonía neoliberal ha sido llenado en primer lugar por el populismo nacionalista de derechas. A medida que esta formación entra en crisis ―debido al fracaso manifiesto de los Donald Trump, Boris Johnson, Jair Bolsonaro y otros para plantear una respuesta eficaz a Covid-19, y la constatación de que el populismo de derechas sigue atado a los principios clave de la ortodoxia neoliberal– existe una apertura en las oportunidades de la izquierda.
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Navegar entre los contornos de esta apertura requiere hacer balance del neoestatismo que Gerbaudo percibe como el elemento dominante en la política actual de Estados Unidos y Europa. La metáfora hegeliana del Gran Retroceso caracteriza este momento: "El Gran Retroceso es el momento en que la tesis neoliberal y la antítesis populista engendran una síntesis estatista, eclipsando muchos de los principios ideológicos centrales de la fase de expansión neoliberal", afirma el autor.
El núcleo del libro es su análisis de las formas contrapuestas en que los populismos de izquierda y derecha ―lo que Gerbaudo denomina derecha nacionalista e izquierda socialista― han tratado tres cuestiones centrales del actual momento neoestatista: soberanía, protección y control. Gerbaudo muestra de forma persuasiva que las fuerzas de izquierda y derecha han abordado estas cuestiones de forma coincidente pero con ciertos contrastes. De este modo, el autor echa por tierra con elegancia los argumentos del tipo de Tony Blair, que sugieren que el populismo de izquierdas y el de derechas son lo mismo. También es acertado su argumento de que para vencer a la derecha nacionalista y al centro neoliberal, la izquierda debe ofrecer respuestas convincentes a las cuestiones centrales de nuestro tiempo.
La soberanía es considerada cada vez más como un elemento central de la política. La derecha nacionalista ha reconocido este hecho y se ha beneficiado de ello. La respuesta de la derecha a la cuestión de la soberanía es fortificar las fronteras y mantener fuera a los indeseables: inmigrantes, refugiados, la figura del otro. Gerbaudo insiste en que la izquierda debe tomarse en serio la soberanía y las cuestiones relacionadas con la nación. Esto no requiere un socialismo conservador que endurezca las fronteras en nombre de mejores derechos para los trabajadores nacidos en el país. Más bien, requiere abrazar la soberanía popular, en la que un Estado musculoso proporcione formas inclusivas de protección social.
La protección es la segunda cuestión clave que enuncia el autor, y posiblemente la más importante. Una vez más, la derecha lo ha reconocido y se ha beneficiado de ello. La solución a la racista "protección de la propiedad" que enarbola la derecha nacionalista es, para Gerbaudo, una protección social por parte de la izquierda, quien debe abrazar una ética del cuidado, y defender el retorno a estados de bienestar fuertes que protejan a los vulnerables de los estragos de los mercados. También es necesario protegerse contra un Estado que no rinde cuentas.
Esto apunta a la tercera cuestión clave: el control. La derecha busca una forma de control basada en la dominación, el miedo y la sumisión. La izquierda, por el contrario, debe abrazar el control popular, es decir, la democracia real, en la que los trabajadores y las comunidades puedan ejercer un verdadero control sobre las decisiones que afectan a sus vidas. La planificación democrática es fundamental para sostener esta visión, así como necesaria para evitar que los Estados pisoteen a las poblaciones.
Paolo Gerbaudo. Foto: Ricard Novella.
Una vez esbozadas las posiciones opuestas de la derecha y la izquierda a estas tres cuestiones fundamentales, Gerbaudo ofrece una visión sociológica de los bloques sociales que pueden ―y podrían― sustentar los movimientos populistas de izquierda y derecha. Parte de esto implica saber quién es tu enemigo. El libro muestra de forma convincente que así como la derecha golpea hacia abajo, a los extranjeros, inmigrantes y refugiados, la izquierda puede y debe golpear hacia arriba, nombrando a los ricos y poderosos como los verdaderos "enemigos del pueblo". Por último, examina el Estado pospandémico que podría emerger para defender un socialismo populista de izquierdas que pueda hacernos vibrar en la actualidad. Las claves para ello son un Estado que proteja socialmente a los necesitados, y que lo haga de forma decididamente democrática.
Controlar y proteger expone sus argumentos con mucha eficacia. El libro suscitará sin duda controversia en torno a cuestiones como las fronteras (que Gerbaudo insiste en que son necesarias y no pueden eliminarse fácilmente), la política monetaria moderna (que considera interesante pero demasiado cercana a las ilusiones como para aceptarla en última instancia), y otros aspectos. Pero Gerbaudo argumenta que el camino hacia el éxito de la izquierda pasa por una reapropiación de la tríada neoestatista de soberanía, protección y control.
En cierto modo, sin embargo, el libro parece haber perdido una oportunidad determinante. Se trata de su escaso tratamiento de América Latina, una región que a menudo se considera sinónimo de populismo de izquierda y de derecha. Las cuestiones centrales tratadas en Controlar y proteger adquieren un matiz decididamente diferente cuando se miran desde América Latina. Por ejemplo, la cuestión de la soberanía. La distinción que hace Gerbaudo entre la soberanía centrada en las fronteras de la derecha nacionalista y la soberanía popular de la izquierda está muy bien, pero no tiene en cuenta la centralidad que la soberanía nacional ha tenido durante mucho tiempo en América Latina (y, de hecho, en todo el Sur global).
Consideremos el caso de los cocaleros bolivianos, de donde procede Evo Morales. Como señala Thomas Grisaffi en Coca sí, cocaína no (Duke University Press, 2019), la lucha de los cocaleros fue ante todo una lucha por la soberanía nacional. Esto fue crucial debido a la subordinación de Bolivia a los Estados Unidos durante el apogeo de la "guerra contra las drogas." Esta subordinación era tan grande que, según el cocalero y diputado David Herrada, una Ley fundamental de 1988 ―la Ley de Regulación de la Coca y Sustancias Controladas (conocida como Ley 1008 en Bolivia)―"llegó a Bolivia escrita en inglés [y] tuvo que ser traducida".
La distinción que realiza Gerbaudo entre soberanía territorial, controlada por la derecha, y soberanía popular, no capta la importancia que sigue teniendo "la cuestión nacional" para la izquierda en regiones como América Latina. El control territorial no puede considerarse simplemente una cuestión de la derecha. Tampoco puede considerarse que una soberanía popular centrada en sí misma sea una respuesta adecuada a ello. Para los antiimperialistas de izquierdas de América Latina, la cuestión del control territorial, en el sentido de la capacidad de la que dispone la nación para diseñar políticas sin que se las dicten las potencias imperiales, es fundamental. La soberanía popular, es decir, la lucha por una democracia real dentro de un territorio determinado, es sin duda importante a este respecto.
Las cuestiones de la soberanía nacional y el imperio también siguen teniendo una clara relevancia a la hora de reflexionar sobre la propia crisis del coronavirus. La distribución mundial de vacunas ha puesto de manifiesto el terrible grado en que las potencias occidentales siguen dominando las decisiones centrales de la economía política mundial, a pesar de los importantes esfuerzos de países como Cuba por desafiar este orden, como ilustra el haber producido sus propias vacunas. Una vez más, las cuestiones del control nacional y la soberanía nacional aparecen como críticas, pero el enfoque analítico de Gerbaudo no ofrece demasiadas garantías sobre estas cuestiones.
Experiencias recientes fuera de EE.UU. y Europa, como el "giro a la izquierda" de América Latina, también aportan valiosas lecciones para otras cuestiones tratadas en el libro, como la protección social y la democracia. Por ejemplo, ¿cómo debemos pensar la protección social en países que han sufrido durante siglos las consecuencias del capitalismo extractivo, que entre otras cosas ha vaciado a los Estados y territorios de los recursos que necesitan para proteger a los vulnerables? El giro a la izquierda de América Latina ofrece ricas lecciones para pensar en cómo reimaginar la democracia. La experiencia de Venezuela bajo Chávez es especialmente instructiva, ya que el país ha logrado avances significativos, y por supuesto incompletos y contradictorios, hacia el establecimiento de una "democracia participativa". Prestar atención a estas lecciones, incluidas las limitaciones encontradas en Venezuela y en otros lugares, es sumamente importante para reflexionar sobre las cuestiones del populismo de izquierdas.
Cualesquiera que sean sus defectos, Controlar y proteger es un libro cuya recepción es más que bienvenida. Nos empuja a los que estamos en la izquierda a pensar en las tareas pendientes: ocupar y transformar el Estado, profundizar la democracia política y otras formas de democracia, incluso en el lugar de trabajo, y averiguar cómo proteger a los más vulnerables de la forma más inclusiva y empoderadora posible. Sin embargo, esta tarea no es competencia exclusiva de los izquierdistas de Estados Unidos y Europa. Desde la COVID 19 hasta el cambio climático, hacer frente a los retos mundiales de forma equitativa, igualitaria y democrática exigirá prestar mucha atención al funcionamiento del poder de los grandes imperios.
Este artículo fue publicado originalmente en noviembre de 2021 en la web de Verso Books.