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Definiendo los intereses de clase y las posiciones de clase

El interés fundamental de la clase capitalista en el nivel político e ideológico es impedir que la clase obrera obtenga el poder estatal y la hegemonía. A lo largo de la historia del capitalismo, esto ha supuesto el mantenimiento de estructuras jerárquicas y burocráticas dentro de los aparatos políticos e ideológicos.

Erik Olin Wright 3 marzo 2025

Definiendo los intereses de clase y las posiciones de clase

Intereses de clase fundamentales e inmediatos

Antes de discutir la distinción entre niveles fundamentales e inmediatos de intereses de clase es importante clarificar en lo posible la forma en la que utilizaremos el término «intereses». Hablar de intereses objetivos de clase es hablar de objetivos potenciales de los agentes de clase. Carece por completo de sentido hablar de «intereses» que pueden no convertirse jamás en verdaderos objetivos de luchas reales. Pero no todos los objetivos potenciales de los agentes de clase pueden ser considerados intereses de clase. Hemos de distinguir, por consiguiente, entre intereses objetivos de clase y otras especies de intereses (objetivos potenciales). Los intereses de clase en la sociedad capitalista son aquellos objetivos potenciales que se convierten en objetivos reales de lucha en ausencia de las mistificaciones y distorsiones de las relaciones capitalistas. Los intereses de clase, pues, son, en cierto sentido, hipótesis: hipótesis sobre los objetivos de las luchas que tendrían lugar si los actores contaran con una comprensión científicamente correcta de sus situaciones. Pretender que el socialismo está entre los «intereses» de la clase obrera no es simplemente afirmar de forma moralista y ahistórica que los trabajadores deberían estar en favor del socialismo, ni aseverar de forma normativa que «estarían mejor» en una sociedad socialista, sino que significa afirmar que si los trabajadores entendieran científicamente las contradicciones del capitalismo se comprometerían de hecho en la lucha por el socialismo. En estos términos, la misma definición de las clases queda sistemáticamente vinculada al concepto de lucha de clases; decir que una posición está dentro de la clase obrera es decir que esta posición puede apoyar potencialmente objetivos socialistas en la lucha de clases.

En el marco de esta concepción general de los intereses de dase resulta posible diferenciar lo que podríamos llamar intereses fundamentales e intereses inmediatos. Estos últimos se constituyen dentro de una estructura dada de relaciones sociales, mientras que los fundamentales serían aquellos intereses que cuestionan la estructura misma de las relaciones sociales. Esto es, los intereses inmediatos son intereses definidos dentro de un modo de producción dado (o, lo que es lo mismo, intereses que asumen el modo de producción como dado), mientras que los fundamentales se definen entre modos de producción (es decir, cuestionan el modo de producción mismo). Los intereses económicos inmediatos de la clase obrera, por ejemplo, están definidos en gran parte por las relaciones de mercado. Las luchas salariales, las que tienen por objetivo mejores condiciones de vida o mejor educación, etc., constituyen todas ellas luchas cuyos objetivos se definen dentro de la estructura básica del capitalismo. La lucha por el socialismo, por otro lado, encarna el desafío a las premisas de las relaciones capitalistas y refleja los intereses fundamentales de la clase obrera.

Los intereses inmediatos no son «falsos» intereses: son intereses incompletos. La lucha salarial refleja una comprensión correcta de los trabajadores de sus condiciones inmediatas de existencia dentro del capitalismo; la reducción de las luchas a cuestiones salariales refleja, sin embargo, un entendimiento incompleto de la naturaleza de la sociedad capitalista en su conjunto, al no asumir la posibilidad de trascender el sistema de explotación capitalista en su totalidad a través del socialismo.

Los intereses fundamentales y los intereses inmediatos no existen por separado, sino que están dialécticamente ligados. A causa, por un lado, de que los intereses inmediatos son reales, por cuanto inciden en la existencia cotidiana de los trabajadores en la sociedad capitalista, es utópico imaginar una lucha de clases organizada en torno a intereses fundamentales que no tengan que ver con los intereses inmediatos. Por otro lado, la clase obrera se halla mucho más dividida al nivel de los intereses inmediatos que al nivel de los intereses fundamentales. Las condiciones de mercado de los trabajadores cualificados son por lo general mucho más favorables que las de los no cualificados, por lo que a menudo sus intereses inmediatos difieren de los de otros trabajadores. A causa de la segmentación del mercado de trabajo, los trabajadores varones pueden tener unos intereses inmediatos distintos a los de las trabajadoras, como pueden no coincidir los de los obreros negros con los de los obreros blancos. Como los intereses inmediatos dividen a la clase obrera, y como no cuestionan directamente la estructura de las relaciones capitalistas, la duración del capitalismo dependerá, en parte, de la medida en que las luchas por intereses fundamentales se conviertan en luchas por intereses inmediatos.

Esta contradicción entre los intereses inmediatos y fundamentales de la clase obrera origina multitud de debates en la izquierda: las luchas socialistas deben tomar en cuenta los intereses inmediatos, y, sin embargo, las luchas por intereses inmediatos tienden a socavar las luchas socialistas. Esta contradicción no puede ser ignorada: es inherente a las relaciones de clase de la sociedad capitalista misma. Únicamente en una situación revolucionaria comienzan ambos tipos de luchas a coincidir plenamente (en realidad, esto podría ser parte de la definición de una situación revolucionaria: una situación en la que las luchas por objetivos incluidos en el modo de producción dominante refuerzan directamente la lucha en torno al modo de producción).

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Situación de clase de las posiciones no determinadas directamente por las relaciones de producción

Con esta distinción entre intereses inmediatos y fundamentales, podemos enfocar ahora el problema de la situación de clase en la estructura social de las diversas posiciones no directamente determinadas por las relaciones de producción. Como proposición general, la situación de clase de tales posiciones está determinada por su relación con los intereses fundamentales de las clases definidas dentro de las relaciones sociales de producción. Veamos lo que esto significa para cierto número de categorías de posiciones específicas, definidas fuera de las relaciones de producción.

  1. Amas de casa. Se han adoptado diversas estrategias para establecer la situación de clase de las amas de casa. Unas consideran la producción doméstica como un modo de producción subsidiario por derecho propio, en el que el varón ocupa la posición de explotador y la mujer la de explotada. Para otras, la producción doméstica es el estado final de la producción capitalista, y la mujer la obrera no pagada subordinada indirectamente al capital. Un modo mucho más directo de afrontar esta cuestión es examinar los intereses fundamentales de las posiciones de ama de casa. En particular, ¿en qué sentido se diferencian los intereses de clase fundamentales del ama de casa mujer de un obrero de los del obrero mismo? Se podría afirmar que el ama de casa tiene intereses diferentes en cuanto mujer, pero, ¿cuáles serían en este caso las diferencias significativas entre sus intereses de clase y los del trabajador? ¿No posee el ama de casa un interés fundamental en el socialismo? A menos que estemos dispuestos a sostener que las amas de casa mujeres de obreros tienen intereses diferentes respecto al socialismo, está claro que caen dentro de la clase obrera. Esto no implica en manera alguna que la división sexual del trabajo sea irrelevante, ni que las mujeres no estén oprimidas en la división del trabajo, sino simplemente que la división sexual del trabajo no crea una división en los intereses de clase fundamentales entre los maridos y sus esposas.

  2. Desempleados. Beneficiarios de asistencia social. Los desempleados temporales –el ejército de reserva de los desempleados– no plantean especiales problemas por lo que toca al análisis de clase. Como los estudiantes y los pensionistas, están ligados a trayectorias de posiciones de clase, y esto es lo que define su situación de clase básica. La categoría de los desempleados permanentes, por otra parte, es más problemática. En el marxismo clásico, tales posiciones eran generalmente identificadas como «lumpenproletariado», la infraclase de la sociedad, lo que no es una forma enteramente satisfactoria de clasificar dichas posiciones, ya que sugiere que ostentan intereses fundamentalmente opuestos a los de la clase obrera, y, por tanto, que desempeñarían un papel ambivalente, en el mejor de los casos, en las luchas socialistas. Por supuesto que en el nivel de los intereses inmediatos hay ciertamente una tremenda separación entre la clase obrera y los desempleados permanentes, al menos en los Estados Unidos, ya que los subsidios de asistencia social proceden directamente de los impuestos, y los trabajadores consideran que estos proceden de su trabajo. Pero en el nivel de los intereses fundamentales la cuestión se hace mucho más ambigua. Si adoptamos una postura puramente normativa respecto a los intereses, resulta fácil entonces afirmar que los desempleados permanentes se «beneficiarían» indudablemente del socialismo. Pero podría decirse lo mismo de los campesinos feudales, de los esclavos: e incluso de muchos pequeños comerciantes, sin que por esto sus posiciones vayan a quedar incluidas en la clase obrera. La cuestión no es si en base a un criterio ahistórico, utilitario, el desempleado permanente se beneficiaría del socialismo, sino si el socialismo es o no un objetivo potencial de lucha para tales posiciones. Es decir: ¿están esas posiciones ligadas a las relaciones de producción capitalistas de tal modo que potencialmente producen una conciencia de clase obrera socialista? No puedo ofrecer una respuesta adecuada a esta pregunta. Aunque ciertamente las condiciones de los desempleados permanentes pueden engendrar una conciencia anticapitalista, resulta menos claro que puedan generar o sustentar sistemáticamente una conciencia socialista. Como solución puramente provisional a este problema, los desempleados permanentes pueden ser considerados como un segmento marginado de la clase obrera.

  3. Empleados de los aparatos políticos e ideológicos. La última categoría dentro de las posiciones no directamente definidas por las relaciones de producción son las posiciones enteramente situadas dentro de lo que tradicionalmente se ha venido llamando la «superestructura»: policías, curas, profesores, etc. ¿Cómo podemos entender los intereses de clase fundamentales de estas posiciones? A fin de responder a esta pregunta es necesario prolongar nuestra discusión de los intereses de clase desde los puramente económicos (organización socialista frente a organización capitalista de la producción) a los políticos e ideológicos (ideología y organización socialista del Estado frente a ideología y organización capitalista). Una vez hecho esto, podemos analizar la relación entre las diferentes situaciones dentro de los aparatos políticos e ideológicos y estos intereses.

El interés fundamental de la clase capitalista en el nivel político e ideológico es impedir que la clase obrera obtenga el poder estatal y la hegemonía ideológica. En períodos diferentes del desarrollo capitalista esto implica diferentes objetivos concretos de clase, pero a lo largo de la historia del capitalismo ha supuesto el mantenimiento de estructuras jerárquicas y burocráticas dentro de los aparatos políticos e ideológicos. Tales estructuras burocráticas son esenciales para proteger al Estado capitalista de una potencial dominación de la clase obrera.

Los intereses fundamentales de la clase obrera en el nivel político e ideológico son, en forma dialéctica, obtener el poder estatal y la hegemonía ideológica. Esto implica una reestructuración cualitativa del Estado capitalista –lo que polémicamente se denomina «destrucción» del Estado–, de tal forma que la clase obrera pueda, en cuanto clase, ejercer el poder estatal. Si bien es imposible especificar por adelantado los contornos precisos de dicha reorganización, el requerimiento mínimo es que sean radicalmente democráticos y antiburocráticos.

Las diferentes posiciones dentro de las estructuras burocráticas de los aparatos políticos e ideológicos de la sociedad capitalista ostentan claramente relaciones diferentes con los intereses de clase fundamentales de la clase obrera y de la burguesía. Esquemáticamente, las posiciones dentro de los aparatos políticos e ideológicos pueden agruparse en tres categorías funcionales en términos de estos intereses de clase antagónicos:

  1. Posiciones burguesas que implican control sobre la toma de decisiones políticas en los aparatos políticos y la producción de ideología en los aparatos ideológicos. Posibles ejemplos serían las altas posiciones burocráticas en el Estado, las iglesias, las universidades y otras instituciones de este género.

  2. Situaciones contradictorias que implican la puesta en práctica de decisiones políticas estatales y la difusión de ideología. Ejemplos podrían ser un policía antidisturbios y un profesor de enseñanza media.

  3. Posiciones proletarias que suponen la total exclusión tanto de la toma de decisiones y de su puesta en práctica como de la creación o difusión de ideología. Ejemplos serían un oficinista o portero en una comisaría de policía y una mecanógrafa en una escuela.

En el análisis de las posiciones dentro de los aparatos ideológicos, el aspecto fundamental es el de las relaciones sociales de control sobre los aparatos de producción ideológica per se, y no simplemente la participación en la producción de ideología. Un reportero, por ejemplo, está en mayor o menor medida ligado a la producción de ideología, pero por lo general está completamente excluido del control del aparato informativo en su conjunto y, por tanto, no puede ocupar una posición burguesa dentro de los media informativos. En estos términos sería posible avanzar en la elaboración de este esquema de situaciones de clase dentro de los aparatos ideológicos introduciendo la noción de posiciones pequeñoburguesas (autopatronos, intelectuales independientes que controlan su proceso de producción ideológica) y de posiciones «semiautónomas» (aquellas que gozan de cierto control sobre su producción inmediata de ideología, pero en modo alguno controlan el aparato de producción ideológica). Un novelista puede estar encuadrado en la primera categoría, y un profesor auxiliar en la última. Para nuestros actuales propósitos, sin embargo, utilizaré el esquema más simple de posiciones burguesas, situaciones contradictorias y posiciones proletarias dentro de los aparatos ideológicos.

— Este es un extracto editado de Clase, Crisis y Estado, de Erik Olin Wright.

Clase, crisis y Estado
Considerada como una de las principales obras del nuevo marxismo estadounidense, Clase, crisis y Estado dibuja un nuevo y desafiante mapa de clases de los Estados Unidos y otros países capitalistas...