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Guerra contra Gaza: el mundo nos ha abandonado, ¿qué podemos hacer?

Los palestinos deben empezar a debatir soluciones radicales para acabar con la ocupación israelí, el apartheid y el colonialismo de asentamientos

Haidar Eid 3 julio 2024

Guerra contra Gaza: el mundo nos ha abandonado, ¿qué podemos hacer?

La amarga realidad de los palestinos en Gaza es que estamos solos, asediados, sitiados y abandonados, incluso por quienes se supone que son nuestros hermanos. 

Tras casi nueve meses, las bárbaras masacres se han cobrado la vida de más de 37.000 palestinos, muchos de ellos mujeres y niños. Entre las víctimas hay médicos y enfermeras que estaban de guardia en hospitales, pero también estudiantes universitarios y personas que realizaban tareas domésticas. 

Familias enteras han sido masacradas a plena luz del día, en medio de la destrucción sistemática por parte de Israel de miles de viviendas. Otras 10.000 personas están desaparecidas, se cree que muertas y enterradas bajo los escombros.

Y, sin embargo, Estados Unidos sigue culpando a los palestinos, mientras critica a los tribunales internacionales por intentar que Israel rinda cuentas por su genocidio en curso.  

A los palestinos se les ha dejado solos a la hora de defenderse de los ataques de un Estado respaldado por el mayor ejército del mundo. Estados Unidos ha suministrado a Israel miles de millones de dólares en armamento, incluidas bombas y aviones de combate, para prolongar su guerra. 

Mientras tanto, la tragedia humanitaria en Gaza ha alcanzado niveles inimaginables. Los pocos hospitales que quedan se esfuerzan por hacer frente a la afluencia de civiles heridos. Los regímenes árabes vecinos no han hecho más que emitir tímidas declaraciones de condena, mientras median entre opresor y oprimido. 

De hecho, los regímenes árabes han defraudado a los palestinos desde 1948 por una combinación de cobardía e hipocresía. No han sido capaces de poner fin a los 17 años de asedio israelí a Gaza, ni siquiera de ofrecer una solidaridad significativa con el pueblo palestino, que se encuentra en el extremo receptor de la brutal ofensiva militar israelí.


Ayudar al opresor

Desde Gaza, nos preguntamos cómo, en ausencia de democracia, las tímidas expresiones de apoyo en las calles y capitales de las naciones árabes pueden convertirse en acciones concretas. Nos preguntamos si los pueblos árabes que viven bajo el dominio de regímenes autoritarios pueden cambiar esos regímenes de forma no violenta. 

Nos hemos agotado intentando averiguar las posibles vías para lograr un cambio político democrático. Mientras se prolonga el genocidio de Gaza, no hemos visto ninguna traducción práctica por parte de los Estados árabes de la solidaridad mostrada por algunos de sus pueblos con Palestina.

El arzobispo sudafricano Desmond Tutu dijo una vez: "Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor". 

Una vez más, la comunidad internacional, las Naciones Unidas, la Unión Europea y los dirigentes árabes han permanecido en gran medida en silencio ante las atrocidades que sigue cometiendo Israel. Este hecho los coloca del lado de Israel. 

Miles de cadáveres de mujeres y niños no han logrado convencerles de la necesidad de actuar. Los palestinos se han dado cuenta de que sólo tienen una opción defendible: el poder popular, que es la única fuerza capaz de hacer frente a la enorme asimetría de poder en el conflicto palestino-israelí. 

Durante los últimos 17 años, las dos opciones para los palestinos de Gaza han sido morir lentamente en medio del asfixiante bloqueo israelí o luchar por su dignidad, la suya propia y la de las generaciones futuras. Muchos han optado por luchar, dejando atrás años de autoengaño que presentaban el sometimiento al ocupante como un hecho consumado.

En este contexto, las iniciativas de alto el fuego propuestas no tienen en cuenta los objetivos de Israel en la guerra de Gaza: eliminar al mayor número posible de palestinos atacando viviendas civiles e infraestructuras, y eliminar cualquier fuente potencial de resistencia a la ocupación israelí en el campo de exterminio al aire libre que conocemos como Gaza.


Causas profundas

En cambio, las iniciativas que se han presentado equiparan la resistencia palestina con el régimen israelí de opresión sistemática, apartheid y colonialismo de poblamiento. Parece como si el mundo esperara a que los palestinos acepten su lenta muerte sin ninguna forma de rebelión.

Pero los palestinos, en Gaza y en otros lugares, no se conformarán.

Cualquier acuerdo que no conduzca a un alto el fuego inmediato, al levantamiento del devastador bloqueo israelí y a la reapertura permanente de todos los pasos fronterizos de forma que se permita la entrada de combustible, medicinas y otros bienes básicos, no será aceptable para la población de Gaza. El acuerdo también debe prever la retirada sin demora de las fuerzas israelíes.

La guerra actual no puede considerarse al margen de las causas profundas de la situación en Gaza: la agenda colonial de poblamiento, la ocupación, el apartheid y la limpieza étnica de Israel. Este conflicto debe situarse dentro de nuestra exigencia del derecho palestino al retorno a las tierras de las que cientos de miles fueron expulsados en 1948. Dos tercios de la población de Gaza son refugiados que tienen este derecho en virtud del derecho internacional.

Desde Rafah hasta Nuseirat, Jabalia y el resto de Gaza, hemos llegado a un momento crucial en la historia palestina. Gaza anhela un liderazgo a la altura de las circunstancias, que reconozca la idea de Palestina desde el río hasta el mar. 

Cualquier conversación sobre la mejora de nuestras condiciones de opresión –e incluso esto se considera demasiado para nosotros– a la luz de los grandes sacrificios que se han hecho, es una traición a los mártires de Gaza. Tenemos que empezar a debatir soluciones radicales para ir más allá del statu quo, y adoptar un lema claro: acabar con la ocupación, acabar con el apartheid y acabar con el colonialismo de poblamiento. Si esto ocurre, todas las vidas perdidas en Gaza no se habrán perdido en vano.

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Este artículo fue publicado originalmente en Middle East Eye el 28 de junio de 2024

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